lunes, 12 de abril de 2010

Excursión de contrabando



Pequeño resumen de una Semana Santa sobre ruedas...

Urbanización de cigüeñas...

Hicimos un recorrido por el Parque Natural del Bajo Guadiana. Eso está entre España y Portugal en la provincia de Huelva, bastante lejillos de Madrid así que es inviable para un fin de semana. Llegar con transporte público es más bien difícil, sobre todo si vas con dos bicis, así que es mejor acercarse a la zona en coche.
La excursión comenzó en Paymogo, España.

Ese mismo día cruzamos la frontera cual contrabandistas o bandoleros solo que en bici en lugar de con mulas tordas. Como estamos en la UE tampoco hay guardias y no fue muy difícil: debía de ser divertido eso de tener que cruzar una frontera en bicicleta y dar los papeles. Como llegamos bastante tarde a Paymogo el primer día solo nos dio tiempo a ir hasta Serpa.



La idea era dormir en hotelitos con encanto o casas rurales: pero, ¡oh, campos de soledad! ¡Oh, mustios collados! Resulta que las fiestas de Serpa son justo en Semana Santa (ya no hay respeto por nada :P) y tuvimos nuestro particular viacrucis para conseguir alojamiento. Sin tienda, ni saco, ni demasiada ropa de abrigo... Todos (los tres) hoteles del lugar llenos, no nos dejaban ni dormir en el hall.Yo ya me veía durmiendo en un cajero y recogiendo cajitas de cartón, porque a ver, si vas en coche, siempre te puedes buscar la vida en otro pueblo, pero tras un viaje de seiscientos kilómetros más cincuenta en bici, el siguiente pueblo te parece poco más o menos el quinto infierno a la derecha. Ya a la desesperada (yo más que mi acompañante) nos pusimos a preguntar a los lugareños en perfecto portuñol con toques de itañol sobre otras posibilidades de alojamiento... En fin, los primeros tres hombres a los que preguntamos, según salían del bar, eran tres encantadores abuelos borrachines que hablaban entre ellos y luego nos decían "moulto difícil" o algo así. En fin, que tras un rato discutiendo, nos dijeron que nos iban a llevar al Parador Nacional (que nosotros no sabíamos que estaba a diez kilómetros en lo alto de una montaña). Así que dos de los tres borrachines cogieron su coche (menos mal que no nos pilló la guardia civil, que allí es guardia republicana) y nos llevaban rumbo a aquel parador... Pero hete aquí que a medio camino encontraron un cartel de "se alquilan habitaciones" (o alquilan-se o algo así). Uno de los borrachines, ni corto ni perezoso, se puso a llamar a la puerta de esa casa y a la de los vecinos con gran ahínco al grito de "¡¡¡Yeeepeee!!!". Al final la vecina abrió y mientras yo mantenía una conversación surreal en portuñol con acento de Huelva con uno de los dos abueletes, se cerró el trato entre el otro borrachín, mi acompañante y los que alquilaban habitaciones. Tuve que decir que estaba casada.
Las habitaciones en cuestión eran pa' mear y no echar gota. Literalmente una cuadra reconvertida en habitación y sin agua caliente... Pero, una vez un borrachín, me indicara dónde estaba el Parador en lo alto de la montaña, lo de quedarme en la cuadra remozada no me pareció tan mal. Los dos borrachines también querían llevarnos en coche (más bien querían llevarme a mí) a cenar... Eran bastante abueletes, pero desde la invención de la Viagra, no hay abuelo seguro...

Total, que después de esa noche toleadana, (que ni fuimos a las fiestas del pueblo ni nada) nos dimos una vuelta por Serpa: muy bonito y no, no hay señores portabultos.

Al día siguiente, emprendimos camino a Mértola



... pasando por Pulo do Lobo (precioso, precioso).



En Mértola también estaba la cosa jodida para el alojamiento (¿pero no estábamos en crisis?; ¿qué hace todo el mundo de Semana Santa?) Pero, como llegamos más temprano, encontramos una pensioncita con vistas al barranco y al río. Fueron unos 80 kilómetros entre unas cosas y otras, así que estaba doblada.

Al día siguiente el objetivo era ir a Minas de Sao Domingo un antiguo pueblo minero (¡sorpresa!) con playa fluvial y mina a cielo abierto visitable: ojito, hay una vía verde pero es un "pedregal" impracticable con bicis con alforjas. Es mejor ir de Mértola a Minas de Sao Domingo por carreteras secundarias y caminos (preguntad por los pueblos que os indicarán).



El último día de vuelta a España desde Minas de Sao Domingo, hay un punto donde se puede cruzar el río Chanza, no es fácil pero se puede hacer en bicicleta y... ¡El camino es espectacular! Jaras, alcornoques y encinas a cascoporro. Ovejitas, cerdos ibéricos (¡qué bonitos!, ¡ñam, ñam, ñam!). Eso sí se llama camino de Vuelta Falsa y, la verdad, tiene bastante vuelta...




Resumiendo, una zona ideal para visitar en primavera (en verano seguro que te deshidratas).

4 comentarios:

Rosita dijo...

Menudo periplo... me he cansado sólo de leerlo! Eso sí, seguro que es todo precioso y os admiro mucho por poder hacer estos viajes, pero ya sabes que yo prefiero ir sobre cuatro ruedas ;)
Los portugueses, abueletes o no, son peligrosillos con las españolas... en el hospital a mi me intentó ligar un enfermero mientras pinchaba Buscapina a Dani en pleno cólico biliar! :D
Un besote!

Jósean dijo...

Plas,plas,plas (aplausos)...me he reido mucho con el relato ;)

Hippeis dijo...

Jaja, ya creía que nadie me leía :P

piticli dijo...

Ains, no me llegó al correo este tremendo documento... yo voy a lisboa este finde, espero que todo sea más fácil, por lo menos el avión sí saldrá :D BESOS

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